Condenada a muerte
en
23.2.11
Ana Gabriela Rojas, El País.com
Entrevista: Asia Bibi - Condenada a muerte en Pakistán
"Me llamaron blasfema porque protesté"
Ana Gabriela Rojas - Sheikhupura - 20/02/2011
La mujer, de 45 años, pasa los días recluida en una prisión a 50 kilómetros de Lahore. Apenas sale de su celda porque un clérigo radical ha puesto precio a su cabeza: 4.400 euros. ¿Su pecado? Ser cristiana en un país islámico.
Confinada en una celda aislada pasa los días Asia Bibi, la mujer cristiana condenada a la horca por blasfemia en Pakistán. Esa habitación de tres por tres metros es el destino de los condenados a muerte desde que se dicta sentencia hasta que se consuma. Bibi ha estado allí los últimos tres meses de los 20 que lleva recluida. El edificio, ahora pintado de rosa, es herencia de la colonia británica y está en la ciudad de Sheikhupura, a unos 50 kilómetros de Lahore, al noroeste de Pakistán. Bibi sale en muy pocas ocasiones de su celda. Cada vez menos. Las amenazas de muerte de los extremistas o de atacar la prisión son cada vez más reales. Sobre todo desde que en enero pasado mataran al gobernador del Estado, Salman Taseer, justo por defenderla. La cabeza de Bibi tiene precio: 4.400 euros ha ofrecido un clérigo radical. Pero la mujer parece optimista y fuerte: "Confío en que Dios escuchará mis plegarias, me ayudará a salir de aquí y volveré con mi familia a mi casa", dice nada más dar un fuerte apretón con su mano helada a la periodista. Bibi recibe a El PAÍS en exclusiva. Tras el asesinato del gobernador no se ha concedido ningún permiso para hablar con ella. Aunque el superintendente de la prisión no la deja sola y presiona constantemente con el tiempo.
"Confío en que Dios me ayudará a salir de aquí y volveré con mi familia"
Su marido e hijos están amenazados: "Me preocupan más ellos que yo"
Bibi se quita el pañuelo que le cubría la cara y esboza una sonrisa a modo de saludo. Su cara redonda y morena aparenta menos edad de los 45 años que tiene. Explica que las horas le parecen eternas: "No hay mucho que hacer en la prisión". Sus únicas ocupaciones son leer la Biblia y otros textos religiosos y cocinarse sus tres comidas diarias, asegura.
"Por la mañana me hago un té y para el mediodía algo de verduras, pollo y pan. Me han improvisado en la celda una pequeña cocina", cuenta. Lo hace para ayudar a pasar el tiempo y se apresura a decir que las autoridades de la prisión la tratan bien. ¿Y si no estuviera aquí elrintendente? "Lo diría también", asegura con la ayuda de un traductor del urdu al inglés.
Bibi atribuye su castigo a la "mala suerte". Niega en redondo las acusaciones. "Yo no cometí blasfemia. Nunca hablaría en contra del Profeta. Y creo que Dios ha visto todo y al final las cosas volverán a su lugar", señala con voz suave, pero firme. Dice que fue acusada de blasfema por tener problemas con algunas personas de su aldea, que la discriminaban a ella y a su familia por ser los únicos cristianos del pueblo.
"Un día protesté ante el recolector de impuestos porque dejaba a sus animales libres y hacían destrozos en mi casa. Él me insultó y desde ahí comenzó una campaña contra mi", recuerda. Bibi trabajaba como jornalera en el campo y un día, recogiendo frutas en una plantación, ofreció agua a las otras mujeres. Dos de ellas se negaron. "Me dijeron que no podían tomar del mismo cubo que una cristiana y comenzó una discusión entre nosotras, pero nunca blasfemé".
Cinco días después, el imán local la acusó en la comisaría y comenzó el calvario que la ha dejado en esta prisión donde es la única condenada a muerte entre 2.400 presos, el 95% hombres. Bibi, como sus defensores, asegura que el proceso judicial se ha visto afectado por la presión islamista.
A Bibi solo se le humedecen sus ojos negros cuando piensa en su familia. "Estoy más preocupada por ellos que por mí. He oído los rumores de que también están amenazados de muerte", explica. Su esposo no falta cada semana a visitarla y siempre lleva consigo a alguno de sus hijos. A pesar de que esas visitas le dan mucha alegría, Bibi le pide que venga menos, cada dos semanas. Sabe que cada visita es un riesgo. Su familia no le informa completamente de todo lo que pasa por no preocuparla y le insisten en que todo va bien.
A quien más echa de menos es a su hija menor, Isham, de 12 años. "Es mi alegría, una niña muy buena, muy sonriente, y me duele mucho no verla crecer", dice mirándose las manos, que aprieta fuertemente.
La vida de toda la familia ha cambiado. El padre y los hijos están huyendo. No pueden trabajar ni ir a la escuela. Antes del asesinato del gobernador era difícil, pero posible, entrevistarlos. Ahora no. Se han vuelto uno de los objetivos principales de los radicales. Están protegidos y reciben alimentos del Ministerio de Minorías y de algunos grupos cristianos.
Bibi quiere seguir hablando, pero tras 20 minutos de entrevista el superintendente dice basta. Le ordena a la carcelera, cuyos ojos asoman tras un pañuelo marrón, que se la lleve. Bibi se vuelve a tapar la cara y se levanta de la silla. Lo tiene asumido: "Tengo que afrontar esta prueba con paciencia y con coraje", comenta.
El proceso judicial puede durar años. Su defensa apeló la pena capital, pero nadie sabe cuándo será la próxima audiencia. Muchos piensan que lo mejor es esperar algún tiempo a que se calmen los ánimos. Por ahora, Bibi vuelve a su fría celda.
La mujer, de 45 años, pasa los días recluida en una prisión a 50 kilómetros de Lahore. Apenas sale de su celda porque un clérigo radical ha puesto precio a su cabeza: 4.400 euros. ¿Su pecado? Ser cristiana en un país islámico.
Confinada en una celda aislada pasa los días Asia Bibi, la mujer cristiana condenada a la horca por blasfemia en Pakistán. Esa habitación de tres por tres metros es el destino de los condenados a muerte desde que se dicta sentencia hasta que se consuma. Bibi ha estado allí los últimos tres meses de los 20 que lleva recluida. El edificio, ahora pintado de rosa, es herencia de la colonia británica y está en la ciudad de Sheikhupura, a unos 50 kilómetros de Lahore, al noroeste de Pakistán. Bibi sale en muy pocas ocasiones de su celda. Cada vez menos. Las amenazas de muerte de los extremistas o de atacar la prisión son cada vez más reales. Sobre todo desde que en enero pasado mataran al gobernador del Estado, Salman Taseer, justo por defenderla. La cabeza de Bibi tiene precio: 4.400 euros ha ofrecido un clérigo radical. Pero la mujer parece optimista y fuerte: "Confío en que Dios escuchará mis plegarias, me ayudará a salir de aquí y volveré con mi familia a mi casa", dice nada más dar un fuerte apretón con su mano helada a la periodista. Bibi recibe a El PAÍS en exclusiva. Tras el asesinato del gobernador no se ha concedido ningún permiso para hablar con ella. Aunque el superintendente de la prisión no la deja sola y presiona constantemente con el tiempo.
"Confío en que Dios me ayudará a salir de aquí y volveré con mi familia"
Su marido e hijos están amenazados: "Me preocupan más ellos que yo"
Bibi se quita el pañuelo que le cubría la cara y esboza una sonrisa a modo de saludo. Su cara redonda y morena aparenta menos edad de los 45 años que tiene. Explica que las horas le parecen eternas: "No hay mucho que hacer en la prisión". Sus únicas ocupaciones son leer la Biblia y otros textos religiosos y cocinarse sus tres comidas diarias, asegura.
"Por la mañana me hago un té y para el mediodía algo de verduras, pollo y pan. Me han improvisado en la celda una pequeña cocina", cuenta. Lo hace para ayudar a pasar el tiempo y se apresura a decir que las autoridades de la prisión la tratan bien. ¿Y si no estuviera aquí elrintendente? "Lo diría también", asegura con la ayuda de un traductor del urdu al inglés.
Bibi atribuye su castigo a la "mala suerte". Niega en redondo las acusaciones. "Yo no cometí blasfemia. Nunca hablaría en contra del Profeta. Y creo que Dios ha visto todo y al final las cosas volverán a su lugar", señala con voz suave, pero firme. Dice que fue acusada de blasfema por tener problemas con algunas personas de su aldea, que la discriminaban a ella y a su familia por ser los únicos cristianos del pueblo.
"Un día protesté ante el recolector de impuestos porque dejaba a sus animales libres y hacían destrozos en mi casa. Él me insultó y desde ahí comenzó una campaña contra mi", recuerda. Bibi trabajaba como jornalera en el campo y un día, recogiendo frutas en una plantación, ofreció agua a las otras mujeres. Dos de ellas se negaron. "Me dijeron que no podían tomar del mismo cubo que una cristiana y comenzó una discusión entre nosotras, pero nunca blasfemé".
Cinco días después, el imán local la acusó en la comisaría y comenzó el calvario que la ha dejado en esta prisión donde es la única condenada a muerte entre 2.400 presos, el 95% hombres. Bibi, como sus defensores, asegura que el proceso judicial se ha visto afectado por la presión islamista.
A Bibi solo se le humedecen sus ojos negros cuando piensa en su familia. "Estoy más preocupada por ellos que por mí. He oído los rumores de que también están amenazados de muerte", explica. Su esposo no falta cada semana a visitarla y siempre lleva consigo a alguno de sus hijos. A pesar de que esas visitas le dan mucha alegría, Bibi le pide que venga menos, cada dos semanas. Sabe que cada visita es un riesgo. Su familia no le informa completamente de todo lo que pasa por no preocuparla y le insisten en que todo va bien.
A quien más echa de menos es a su hija menor, Isham, de 12 años. "Es mi alegría, una niña muy buena, muy sonriente, y me duele mucho no verla crecer", dice mirándose las manos, que aprieta fuertemente.
La vida de toda la familia ha cambiado. El padre y los hijos están huyendo. No pueden trabajar ni ir a la escuela. Antes del asesinato del gobernador era difícil, pero posible, entrevistarlos. Ahora no. Se han vuelto uno de los objetivos principales de los radicales. Están protegidos y reciben alimentos del Ministerio de Minorías y de algunos grupos cristianos.
Bibi quiere seguir hablando, pero tras 20 minutos de entrevista el superintendente dice basta. Le ordena a la carcelera, cuyos ojos asoman tras un pañuelo marrón, que se la lleve. Bibi se vuelve a tapar la cara y se levanta de la silla. Lo tiene asumido: "Tengo que afrontar esta prueba con paciencia y con coraje", comenta.
El proceso judicial puede durar años. Su defensa apeló la pena capital, pero nadie sabe cuándo será la próxima audiencia. Muchos piensan que lo mejor es esperar algún tiempo a que se calmen los ánimos. Por ahora, Bibi vuelve a su fría celda.
La Pena de Muerte
en
20.2.11
por María Elena Walsh
Fui lapidada por adúltera. Mi esposo, que tenía manceba en casa y fuera de ella, arrojó la primera piedra, autorizado por los doctores de la ley y a la vista de mis hijos.
Me arrojaron a los leones por profesar una religión diferente a la del Estado.
Fui condenada a la hoguera, culpable de tener tratos con el demonio encarnado en mi pobre cuzco negro, y por ser portadora de un lunar en la espalda, estigma demoníaco.
Fui descuartizado por rebelarme contra la autoridad colonial.
Fui condenado a la horca por encabezar una rebelión de siervos hambrientos. Mi señor era el brazo de la Justicia.
Fui quemado vivo por sostener teorías heréticas, merced a un contubernio católico-protestante.
Fui enviada a la guillotina porque mis Camaradas revolucionarios consideraron aberrante que propusiera incluir los Derechos de la Mujer entre los Derechos del Hombre.
Me fusilaron en medio de la pampa, a causa de una interna de unitarios.
Me fusilaron encinta, junto con mi amante sacerdote, a causa de una interna de federales.
Me suicidaron por escribir poesía burguesa y decadente.
Fui enviado a la silla eléctrica a los veinte años de mi edad, sin tiempo de arrepentirme o convertirme en un hombre de bien, como suele decirse de los embriones en el claustro materno.
Me arrearon a la cámara de gas por pertenecer a un pueblo distinto al de los verdugos.
Me condenaron de facto por imprimir libelos subversivos, arrojándome semivivo a una fosa común.
A lo largo de la historia, hombres doctos o brutales supieron con certeza qué delito merecía la pena capital. Siempre supieron que yo, no otro, era el culpable. Jamás dudaron de que el castigo era ejemplar. Cada vez que se alude a este escarmiento la Humanidad retrocede en cuatro patas.
Me arrojaron a los leones por profesar una religión diferente a la del Estado.
Fui condenada a la hoguera, culpable de tener tratos con el demonio encarnado en mi pobre cuzco negro, y por ser portadora de un lunar en la espalda, estigma demoníaco.
Fui descuartizado por rebelarme contra la autoridad colonial.
Fui condenado a la horca por encabezar una rebelión de siervos hambrientos. Mi señor era el brazo de la Justicia.
Fui quemado vivo por sostener teorías heréticas, merced a un contubernio católico-protestante.
Fui enviada a la guillotina porque mis Camaradas revolucionarios consideraron aberrante que propusiera incluir los Derechos de la Mujer entre los Derechos del Hombre.
Me fusilaron en medio de la pampa, a causa de una interna de unitarios.
Me fusilaron encinta, junto con mi amante sacerdote, a causa de una interna de federales.
Me suicidaron por escribir poesía burguesa y decadente.
Fui enviado a la silla eléctrica a los veinte años de mi edad, sin tiempo de arrepentirme o convertirme en un hombre de bien, como suele decirse de los embriones en el claustro materno.
Me arrearon a la cámara de gas por pertenecer a un pueblo distinto al de los verdugos.
Me condenaron de facto por imprimir libelos subversivos, arrojándome semivivo a una fosa común.
A lo largo de la historia, hombres doctos o brutales supieron con certeza qué delito merecía la pena capital. Siempre supieron que yo, no otro, era el culpable. Jamás dudaron de que el castigo era ejemplar. Cada vez que se alude a este escarmiento la Humanidad retrocede en cuatro patas.
Fuente: Cartas desde Israel
(fuente: anajnu.cl)
Día Internacional contra la Violencia de Género
en
22.11.10
Del género que sea
22.11.2010 14:39
Este jueves se conmemora el Día Internacional contra la Violencia de Género. El técnico celeste Oscar Tabárez, el director del Ballet del Sodre, Julio Bocca, y la banda NTVG encabezan la campaña local, en un país donde cada 40 minutos hay una denuncia por violencia doméstica.
El seleccionador Oscar Washington Tabárez, y el bailarín argentino Julio Bocca, director del ballet nacional del país, protagonizan la campaña "Activate Uruguay", promovida por Naciones Unidas para involucrar a la ciudadanía en la lucha contra la violencia de género.
"Activate" pretende sensibilizar a la población acerca de "una problemática grave" en el país, donde cada 40 minutos se produce una denuncia de violencia doméstica, explicó a Efe una de las portavoces de la campaña, Cecilia Lucas.
Varias figuras conocidas, como Tabárez, Bocca y la banda No Te Va Gustar, se han unido a la iniciativa fotografiándose sosteniendo una escultura de goma de la palabra "NO".
La escultura, símbolo de la campaña, invita a la ciudadanía a decir "No" a la violencia de género pero, además, al darle la vuelta, se convierte en un "On" para así hacer un llamado a "activarse".
La campaña, promovida también por la Fundación Visionair, es la expresión uruguaya de la iniciativa global "Unete para poner fin a la violencia ejercida hacia las mujeres y niñas" de la ONU, y se enmarca en la celebración el próximo jueves del Día Internacional contra la violencia de género.
El proyecto pretende convertirse en una "gran plataforma de comunicación" para "aunar los esfuerzos de las instituciones que luchan contra la violencia de género y hacerlos visibles", señaló Lucas.
Además del lanzamiento de afiches informativos y carteles publicitarios, "Activate Uruguay" realiza desde hace casi un mes actividades como "La ruta del No" por la que las intendencias (gobiernos regionales) de todo el país organizan desde charlas hasta muestras fotográficas sobre el fenómeno.
En el Día Internacional contra la Violencia de Género se inaugurará asimismo una exposición en el aeropuerto internacional de Carrasco, en Montevideo, en la que 30 artistas plásticos uruguayos mostraran su particular interpretación de la escultura del "No".
En lo que va de año han muerto en Uruguay más de 20 mujeres víctimas de la violencia de género, un delito que en el país representa el 7,5 por ciento de los delitos totales, según los últimos datos oficiales.
(Fuente: EFE)
(fuente: montevideo.com.uy)
Marcha por la Diversidad - Montevideo 2010
en
25.9.10
Marcha por la Diversidad
Le dieron color
25.09.2010
La Marcha de la Diversidad reclamó este viernes por la despenalización del aborto en Uruguay, el matrimonio homosexual, la educación sexual y la mejora en las condiciones de vida de transexuales. La movilización fue encabezada por la intendenta Ana Olivera y el ministro de Educación Ricardo Ehrlich.
"El aborto libre, el matrimonio y una mejor vida para los transexuales son derechos que están relacionados, pues están vinculados al cuerpo y a la libre sexualidad, y son tan importantes unos como los otros", explicó a la agencia Efe Diego Sempol, integrante del movimiento Ovejas Negras.
Centenares de personas se concentraban ya en el centro de Montevideo dos horas antes del inicio de la manifestación, en la que participan año a año miles de personas.
Esta marcha pone fin al denominado "Mes de la Diversidad", en el que asociaciones de defensa de los derechos homosexuales, así como las administraciones públicas desarrollaron múltiples actividades en contra de la discriminación de las minorías sexuales.
Sempol resaltó que los derechos que se reclaman en esta ocasión reflejan también las necesidades de "una nueva ciudadanía" que ya no quiere seguir reprimida.
"La Marcha de la Diversidad es un lugar para que se dé visibilidad a todos esos reclamos", dijo Sempol, cuya organización defiende los derechos de homosexuales, lesbianas, travestis y transexuales.
El dirigente de la comunidad homosexual afirmó que la situación del colectivo en Uruguay es mejor incluso que hace un año, después de que el Parlamento aprobara la ley que permite el cambio de sexo registral para los transexuales, uno de sus reclamos principales junto con la adopción para parejas del mismo sexo.
"Ahora queremos leyes que impulsen la capacitación laboral para los chicos y chicas transexuales, para que puedan integrarse y salir de la prostitución", afirmó.
(En base a EFE)
(fuente: montevideo.com.uy)
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